Miradas...
Por un instante sentí la calidez de tu mirada, acurrucada en mi espalda. Me giré, te sorprendí. Y no te sonrojaste. En un momento pude ver al niño que vivió en ti. Lo adiviné a través de tus ojos color café. Al que se enfermaba adrede para que lo mimaran un poquito más. Al que dejó de hablar para que le prestasen más atención. Al que capturaba saltamontes para luego soltarlos cuando pasaba por su lado. Al que tiraba piedras a mi ventana y después se escondía tras la verja. Al que evitaba ponerse al teléfono, pero después llamaba y no hablaba. Al que escribía poemas que aparecían entre las hojas de mi cuaderno, sin nombre, pero con su letra clara. Al que nunca me decía nada. Al que sigue ahí, mirando en silencio, igual que cuando teníamos quince años…
La mirada es sincera.
ResponderEliminarCon ella se puede ver y sentir una experiencia única. Como único es tu blog, amiga mía.
Besos