sábado, 31 de julio de 2010
La caracola
Cuando era pequeña, mi abuelo tenía una caracola muy grande y me decía que si me la acercaba a la oreja y cerraba los ojos podría escuchar el mar. Yo la apretaba fuerte contra mi oreja, afinaba el oído, cerraba fuerte los ojos y aguantaba la respiración. Y al momento escuchaba las olas y el viento de un océano perdido.
Luego mi hermano me empujaba y me la arracaba de las manos, para escucharla él. Pero pronto se enfadaba porque decía que era mentira, entonces la tiraba lejos.
Cuando mi abuelo murió la caracola se perdió, y ya no volví a a escuchar el mar, en ninguna otra caracola.
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Me gusta mucho la envidia del hermano, la falta de imaginación, la dura realidad y la bondad del abuelo. Muy bonito, muy vivido. ¿Y no te salen los microrrelatos?. Este es muy bueno.
ResponderEliminarPero la magia está en ti, siempre ha estado ahí bien adentro. Es cosa de que la vuelvas a encontrar, bella.
ResponderEliminar¡Mucha luz!
Mi abuelo también tiene una caracola.
ResponderEliminarEspero que no se pierda nunca.
es la magia de quien realmente quiere y puede escucharla...
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