martes, 20 de julio de 2010
Toc-toc ¿no hay nadie?
Aunque habían puesto un timbre moderno, ella seguía empeñada en aporrear la puerta con ese viejo tocador. Le gustaba sentir el tacto frío del hierro en su mano, el sonido seco que hacía al golpear. Igual que los latidos de su corazón, toc-toc ¿No hay nadie dentro? No quedaba apenas nada, solo recuerdos que el tiempo había ido secando. Que a veces refulgían en una noche solitaria de verano. Pero luego después de gritar en el silencio, en el vacío de su soledad, se volvían a desvanecer, como gotas de rocío derretidas por el sol, como sueños que se olvidan al despertar.
©L.P.
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Muy inspirado, Loli.
ResponderEliminarCaray. Y esos sueños son los mejores, ¿no?
ResponderEliminarMuchos abrazos, encanto :D
La soledad tiene un sabor agridulce y es un gran potenciador de la inspiración.
ResponderEliminarUn saludo,
Laura
A mí esos llamadores antiguos me resultaron siniestros y atrayentes a la par. No sabía yo que además era fuente de inspiración.
ResponderEliminarBienvenida la soledad buscada no obligada. Esas puertas siempre me han gustado. De hecho, cuando voy por ahí suelo fotografiar los tiradores que me encuentro.
ResponderEliminarBesitos
"como gotas de rocío derretidas por el sol, como sueños que se olvidan al despertar."
ResponderEliminarbellisima expresión....
Ando sin inspiración, Lau
me encantó tu texto, será que me identidico tanto que no puedo agregar..
Besosss