Hubo un tiempo que esperaba al cartero con impaciencia. Recibía una o dos cartas a la semana. Cuando veía el sobre con la letra conocida y mi nombre, se me aceleraba el corazón.
Cartas de un amor lejano, o de amigos cercanos.
Cartas que leía y releía y a veces guardaba o rompía.
Y las más tristes, las cartas de despedida...
Ahora ya sólo recibo las del banco y facturas.
Las cartas se han transformado en mails, que como no cuesta trabajo comprar el sello, escribirlas a mano, buscar un buzón... a veces sólo dar a la tecla reenviar y se llena el buzón de mensajes impersonales, algunos divertidos, otros culturales o cadenas engaña ilusos.
Cuando recibo uno personal, para mí sola, de alguien querido, aún se me acelera un poquito el corazón.
Has tocado uno de mis puntos débiles, Loli: las cartas.
ResponderEliminarUna vez le dediqué una entrada en mi blog a esto mismo, se llamaba "Se mueren las cartas", ¿te acuerdas?
Desde niña me ha encantado escribir cartas, y abrir el buzón cada día para recibir un sobre. Mi amiga y yo jugábamos a enviarnos cartas en un código secreto que inventamos y nos enviábamos una a la semana. Ahora ya nadie escribe, ni siquiera Christmas. Tal vez por eso suelo participar en los concursos epistolares, porque así puedo escribirle cartas a alguien. Lo malo es que no se recibe ninguna de vuelta. El buzón está vacío, pronto será un trasto inservible del que hablaremos en pasado. Qué pena, qué lástima. Qué bonito cuando a la vez que leías estudiabas los trazos, la tinta escogida y hasta el perfume que traía algo de la persona que te la enviaba.
Echo mucho de menos las cartas...
Ahora me estoy leyendo un libro que se llama "Cartas que siempre esperé". Lo compré porque parecía una frase mía...
Un beso y gracias por hablar de las cartas
Isa
Es cierto, ahora esas cartas son mails, y son más rápidas, tienes la certeza que van a ser leídas enseguida, probablemente incluso recibas la respuesta en el mismo día y te dan la sensación de que la persona a quien se la enviaste está a tu lado, bueno yo lo siento así.
ResponderEliminarBesos a miles
¡A mí también! Es de las sorpresas más hermosas que hay: recibir un texto de alguien querido; o de alguien con buenas noticias que compartir.
ResponderEliminarQué goce pasar a visitarte, bella. Te mando miles de besos y todo mi cariño.
Mucha luz.
Bueno, un poco de optimismo ¿no? Aunque yo también siento nostalgia de "el tiempo de los carteros, los buzones, la caligrafía y la espera"...siempre nos quedarán los mails...y hasta los SMS.La cuestión es "hablar", sea por el medio que sea.
ResponderEliminarLa verdad es que las cartas manuscritas han desaparecido. Incluso cuando escribo con bolígrafo me duelen los dedos, por la falta de costumbre. Conservo las cartas que nos escribíamos Saly y yo cuando "la mili"; o cuando ella estaba en el pueblo y yo en Madrid. Y es una gozada leerlas de vez en cuando. Pero por contra, ahora con el teléfono, skype, email, tengo a los amigos al alcance de los dedos. Ahora mismo, puedo hablar con mi hijo en Suiza, está ahí.
ResponderEliminarGracias Loli por traernos recuerdos ensobrados.
El haber cambiado tres veces de continente en el siglo pasado me llevo a escribir y recibir cientos de cartas de amigos, de amores y desamores que da a luz la distancia, de la familia, de mi madre que aprendió a escribir cuando ya había emigrado y tenía edad para votar.
ResponderEliminarMi última relación epistolar firme fue un "casi sobrino" de diez años que hubo de marcharse a vivir a Paris cuando él tenía diez años. Nos escribimos durante mucho tiempo. Él con sus boligrafos de colores y yo con la pluma que me acompaña hace más de veinticinco años. Un buen día, las cartas dejaron de viajar y aterrizar en nuestros buzones.
De todas, no conservo ninguna conmigo. Las que me llegaron al corazón, se quedaron ahí.
Añoro mis dedos manchados de tinta y el tacto del "papel avion".
Mientras tanto tengo la bandeja de entrada llena de e-mails de los que me dije, he de responder que siguen esperando.
Besos
¡Hola Loli!
ResponderEliminarAcabo de descubrir tu blog y he de decirte que me encanta ya que las entradas que hacen son al fin y al cabo la misma vida real... me ha hecho gracia el de las pintadas en las paredes ya que, claro, no hay actualemnte una sola ciudad que no tenga pintadas y sobre todo mensajes que nadie sabe a quien van dirigidos, hay veces que los lees y parece que te sientes aludido.
Bueno y respecto al de las cartas... hace tanto tiempo que no recibo una carta como dios manda (que no sea del banco, claro está) yo tambien añoro esas cartas de amigos que hacía tiempo que no hablabas o... simplemete las felicitaciones de navidad, pero a mi lo que mas me gustaba es que la respuesta a una carta tardaba aunque sea una semana... no como ahora que al minuto ya la tienes... Hay cosas como estas carats que deberían permanecer siempre.
Bueno,espero seguirte mas a menudo,
Saludos, Susan
Loli, me ha encantado tu comentario, las cartas manuscritas eran algo especial, incluso el cartero era un personaje especial. Antes me llegaban las cartas de la mano de un único cartero, del Correo Argentino. Todos los envíos los traía la misma persona, que siempre recorría la misma zona por años y ya intuía que tipo de noticias iba entregando. Era como un amigo y le hacíamos regalos en Navidad, incluso algo fresco para beber los días de calor. Ahora hay varias compañías privadas que traen los envíos de cualquier tipo. Siempre toca el timbre una persona distinta y hasta desconfiás de abrirle la puerta. Es triste pero te acercás a la puerta de entrada y te pasa la planilla para firmar el recibo a través de la puerta junto con la carta.
ResponderEliminar¡Me has hecho extrañar a mi antiguo cartero que cantaba tangos cuando detenía su bicicleta! Sí, porque no tocaba el timbre, cantaba y reconocíamos su voz.
Lo lindo de ahora es que no hay que esperar y lo que estoy escribiendo sale ya. Antes, tampoco hubiéramos podido escribir y comentar de este modo. ¡Viva el correo electrónico! Y si queremos escribir una carta, ¡lo hacemos también!
Quise decir "a través de la reja" No le abres la puerta.
ResponderEliminarLa verdad es que se ha perdido el romanticismo que acompañaba a las cartas. Yo creo que lo mejor que tenían (y lo peor) era que nunca sabías cuándo te iban a llegar y esa incertidumbre tenía un no sé qué embriagador. Además las cartas eran más personales, iban dirigidas a ti, no a un montón de remitentes como pasa con los mails. Y (como ya han dicho) tenían un olor, un color, una caligrafía que te hacían reconocer al instante no sólo quién te la mandaba, sino incluso el contexto, ya que no olían igual las cartas de amor que las de despedida, la caligrafía no era la misma para las que escondían un reproche que las de felicitación, tenían mil detalles escondidos en la elección del papel o incluso el sobre, o el doblez que le hacías para introducirla en éste. Esta claro que las comunicaciones han mejorado, no hemos dado un paso atrás sino tres hacia adelante, pero aún así yo, como persona anónima que soy, no puedo evitar tener la impresión de que prefiero recibir una carta en mi buzón, que diez e-mail en mi bandeja de entrada.
ResponderEliminarDesde Córdoba, intentando introducir un papel por el "ruter".
Tengo una carpeta de fuelle llena de cartas. Todas ellas datan de antes de la aparición de internet en mi vida, allá por el 96.
ResponderEliminarLo mejor era el hormigueo que sentía cuando abría el buzón y veía que había una carta personal, justo antes de comprobar si era para mí o no.
Un beso guapa, y gracias por recordarme esa sensación.
Tengo que reconocer que estoy de acuerdo con todos vosotros, quizás es sintoma de que tenemos más o menos la misma edad!!!jajaja.
ResponderEliminarLoli me ha hecho recordar anecdotas de esos momentos, porque también soy nostálgico como vosotros, pero controlado.
Tenía unos 14-15 años cuando viajaba en verano al pueblo donde nací con mi abuela PEPA. Josefa, para cuando se presentaba...
Mi abuela era analfabeta y comenzó a utilizarme como AMANUENSE. Fue en esa época cuando realicé grandes avances en la traducción del andaluz escrito y la contestación mediante un castellano más o menos ortodoxo. Un día por la mañana leia las cartas recibidas a mi abuela Pepa, con cierta dificultad porque todavía no tenía práctica sobre el Andaluz escrito. Al día siguiente nos poníamos a contestarle con mi abuela sentada junto a mi en la mesa camilla, la cual me dictaba la contestación.
Toda carta-respuesta tenia tres partes, INTRODUCCIÓN, NOTICIAS NUEVAS, NUDO-DESENLACE Y PARTE FINAL.
Con el tiempo me hice experto amanuense en cartas respuesta, que como os cuento tenían partes fáciles de recordar y que debían ser escritas "como Dios manda".
Me gustaban mucho los finales como aquel que decia a su hermano "Dios te guarde en su seno". También era importante la enumeración de todos y cada uno de los miembros de la familia, tal como "..y también muchos besos para Susana, Javier, Juanjo, Ignacio y la peque Raquel"
En fin que mi abuela dejó de utilizarme unos años despues porque me hice mayor y me gustaba una chica del pueblo, total que deje la profesión de AMANUENSE.
De Justo Sánchez amigo de Manolo y Maripaz