jueves, 30 de julio de 2009

Lorrie Moore


Erase una vez...Autoayuda, de Lorrie Moore
por Nuria Barrios
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EL BANQUETE DE LAS SOBRASLorrie Moore, Autoayuda, Salamandra, Barcelona, 2002, 224 pp.Cervantes utilizó la parodia en El Quijote para asestar el golpe de gracia a las novelas de caballería. En plena era del "Hágalo usted mismo", la escritora Lorrie Moore (Nueva York, 1957) emplea el ardid cervantino en Autoayuda, un excelente libro de relatos sobre cómo afrontar los conflictos cotidianos, que pulveriza con ironía los manuales al uso. El éxito de éstos radica en su mensaje: no hay ningún problema irresoluble. Basta con encontrar el libro adecuado y seguir las instrucciones. Cómo encontrar a tu media naranja, Cómo conseguir un orgasmo, Cómo salir sano y salvo del divorcio, Cómo vivir solo y ser feliz, etc., etc. Moore remeda su tono en nueve historias: "Cómo ser la otra mujer", "Cómo hacerse escritora", "Cómo hablar a tu madre (Notas)"... Pero, como en el caso de Cervantes, la misma receta consigue sabores muy diferentes. Lejos de la versión edulcorada de los manuales de autoayuda, la sátira de Moore muestra que la realidad posee un gusto agridulce. Y confirma, una vez más, que la ficción y la mentira viven en cuartos separados.
Autoayuda es un libro sobre mujeres. Ellas son las protagonistas de los nueve relatos: madres, hijas, confidentes, amigas... Mujeres que intercambian sus puestos para cuidar unas de otras. También hay hombres: una buena historia requiere de sólidos actores secundarios. Pero son ellas la referencia. "[Él] te amaba sin condiciones, de una manera tremenda, como una madre". Ellos son amantes —"el zapato en el pie equivocado"—, esposos fríos que hielan la vida de sus compañeras, maridos que engañan y abandonan a sus esposas, padres ausentes, novios fieles y aburridos... "¡Qué cerrados y frustrantes pueden ser los hombres!", comenta a su hija una recién divorciada.
La ayuda tiene un objetivo prioritario: sobrevivir al amor. Al que dura desde la infancia hasta la muerte, al que se desmorona, al que nace marcado... Hay un relato paradigmático, "Cómo", que describe el inicio y el final de una relación. Inicio: "Empieza conociéndolo en una clase, en un bar, en un mercadillo benéfico. Puede que sea profesor de instituto. Encargado de una ferretería. Capataz de una fábrica de cartonajes. Será buen bailarín. Llevará el pelo perfectamente cortado. Se reirá de tus chistes". Final: "Una semana, un mes, un año. La tristeza morirá como un perro viejo. No sentirás nada más que indiferencia. El lamento perezoso de una armónica de vaquero, quejumbroso, cansado, se perderá lento entre las colinas, como una canción de Hank Williams. Un final de ésos". Entre medias, la pasión, el aburrimiento, la indecisión, la despedida.
Moore escribió Autoayuda cuando tenía 23 años. Desde entonces se ha convertido en uno de los nombres fundamentales de la nueva narrativa estadounidense. Ha publicado la novela Anagramas, Who Will Run the Frog Hospital y el impactante libro de relatos Pájaros de América. Pero en aquel primer libro ya estaban las características fundamentales de su literatura: el protagonismo de la mujer, la atención a la pequeña vida que dibuja el cuerpo, el humor que se levanta sobre el absurdo, las hermosas imágenes, el rechazo a la solemnidad y el sentimentalismo, la ironía para convertir la tristeza en un espacio habitable...
Los relatos de Moore recuerdan esos manuales de gastronomía que enseñan a cocinar con las sobras. ¡Vamos a hacer algo con lo que aún queda! Será menos sabroso que el plato original, pero podrá ponerlo en la mesa sin tener que avergonzarse. Con los restos del cocido usted puede hacer puré, croquetas, garbanzos aliñados, ropa vieja... Un ejemplo de pragmatismo y decencia: no tirar nada a la basura ni dejar que se pudra en la nevera. Aprenda a vivir con los restos. A sobrevivir. Leer Madame Bovary con el forro de una biografía de Doris Day. Escuchar los hermosos lamentos de Hank Williams, de Patsy Cline, de Dionne Warwick...
El título Autoayuda es algo más que una parodia. ¿Qué es la ficción sino un intento de salvarse? El consuelo de la literatura es su poder de poner la vida entre paréntesis durante unos instantes, la tenue magia que dura hasta que cierras el libro y sales al aire frío que te espera tras sus tapas. Nadie aprende de nadie: ni los hijos de los padres, ni los alumnos de los maestros, ni uno mismo de sus propios errores. No hay una solución para cada problema. No hay solución, en realidad, para casi ningún problema. La única salida posible, parece indicar Moore, es enunciar los problemas. Eso requiere distancia y la mejor distancia es la ironía. Al fin y al cabo sabemos que el libro de cocina que más se utiliza es aquel de las sobras. El banquete es para un día: los restos constituyen el menú de la semana, del mes, de toda la vida.-

Los locos siempre me han amado


Erase una vez...

Charles
Bucowsky

Los locos siempre me han amado

y los subnormales
a lo largo de párvulos
primaria
secundaria
universidad
los no queridos
se prendían
de mí.
los mancos
los epilépticos
los tartamudos
los tuertos,
cobardes
misántropos
asesinos
fenómenos
y ladrones.
en el trabajo y en
el ocio
siempre atraje
a los indeseables. me encontraban
y se prendían de mí. aún lo
hacen.
ahora en este vecindario
hay uno que me ha
encontrado.
él merodea
14
empujando un carrito de supermercado
lleno de basura:
latas abolladas, cintas de zapatos,
bolsas vacías de papas fritas,
envases de leche, periódicos, portaplumas…
“hey, cuate, cómo estás?”
me detengo y conversamos
un rato
luego me despido
pero él
me sigue.
paso las cantinas
y los burdeles…
“manténme informado,
cuate, manténme informado,
quiero saber qué pasa.”
él es mi novedad.
nunca lo he visto
conversar
con nadie más.
el carrito traquetea
un momento
detrás de mí
entonces algo
cae.
él se detiene
para recogerlo.
entretanto yo
camino por
la puerta principal
del hotel verde de la esquina
cruzo a lo largo
del vestíbulo
y salgo por la puerta
trasera
hay un gato
enmierdándolo todo ahí dentro
absolutamente encantador,
me sonríe.

miércoles, 15 de julio de 2009

¡Que te vaya bonito!



Erase una vez...

Esta es la primera parte de una cuidadosa estrategia narrativa y debe conseguir atrapar la atención de lector, sugerirle las líneas de tensión por las que discurrirá la historia y acaso contener ya, como germen, la propia resolución del conflicto. Un buen inicio de un cuento es como una apertura de una partida de ajedrez: encierra consecuencias incalculables. Por ello, ahora que hemos encontrado tantos y tan buenos inicios, vamos a elegir uno de ellos, de preferencia propuesto por algún compañero del taller y en todo caso nunca el que nosotros mismos propusimos, y vamos a contar la historia desde allí. De manera que terminaremos un cuento breve con el inicio apócrifo cuya lectura nos resulte más estimulante o sugerente.

Curso de escritura creativa Boomerang, SESIÓN XLI.-
(Relato con principio de Mae)


“¡Que te vaya bonito!”
© Loli Pérez González

Doña Brígida Ferrer supo una noche antes que iba a morir. Durante aquella mañana se dedicó a ordenar la mísera habitación de la pensión que se convirtió en su casa desde que su marido la abandonó por una joven de veinte años. Extrañada de no ver venir a la muerte, salió a dar un paseo por el barrio.

Escuchó cómo los pájaros trinaban y revoloteaban sobre las ramas de los árboles del parque, se sentó en un sillón metálico y frío, en el kiosco que hacía de bar improvisado bajo un gran ficus, donde se demoraban paseantes solitarios y parejas despistadas. Le pidió al camarero un martini con aceitunas para desayunar.
Pensó que tal vez la muerte sí que había venido y se había llevado a “la mujer ñoña” que había sido durante toda su vida, la que siempre desayunaba un bollito de pan con aceite y un café, la correcta y que siempre había hecho lo que todos esperaban de ella.
Encendió un cigarrillo y exhaló una larga calada, dio un trago al martini. Mirando al infinito intentaba pensar con claridad, para mantener el dolor a raya; si una cosa había aprendido en la vida, era, que todo pasaba porque tenía que pasar y de nada valía andar lamentándose. Sabía que tenía que salir a la calle y enfrentarse a la vida de una vez.
Mejor dicho, cuando salió a la calle, ya había dejado atrás el cadáver de la mujer sumisa y miope, que no se dio cuenta de cómo había ido cambiado su marido, cómo se le habían prendido los ojos, y cómo empezó a usar camisetas y vaqueros, en vez de sus trajes y corbatas de siempre, cómo se dejó crecer melena y las patillas; cómo se volvió más atento y frío con ella, y alguna vez le traía un detalle para encubrir su culpabilidad, cómo empezó a echar más horas en el trabajo pero el dinero cundía menos, cómo cada mes inventaba un viaje de negocios para el fin de semana. Hasta aquel medio día, mientras almorzaban, él enrollaba con lentitud en el tenedor los espaguetis con nata, sin levantar la vista del plato tosió y le dijo con apatía:

―Brígida, me voy, te dejo, ya no te quiero.
Ella empezó a reír, pensando que era una broma de las suyas.
―¡Qué chiste tan malo! ¿cómo sigue?
―No es ningún chiste, no sigue de ninguna manera, querida, me voy de casa.
―¿Y a dónde vas, si se puede saber?―
―Voy a buscar mi felicidad.― Contestó tajante, sin mirarla.

Y fue al dormitorio, metió apresurado en la maleta: unas cuantas mudas, el cepillo de dientes, la maquinilla de afeitar eléctrica, las zapatillas de andar por casa y poco más; se marchó sin despedirse siquiera, dando un portazo.
Entonces ella se quedó mucho rato sentada en el taburete de la cocina, delante del plato de espaguetis con la nata cuajada, sin poder llorar, sin sentir cómo pasaban las horas que quedaban de aquel día; la noche la sorprendió aún sin moverse, en mismo sitio, con la osamenta entumecida y las entrañas por los suelos.

Y pensó, que cuando el corazón se rompe, de nada sirve intentar pegar los pedacitos sueltos. Hay que tirarlo a un contenedor especial, para que no contamine, igual que si se tratara de una lavadora o un microondas y comprar uno nuevo. Y eso, era precisamente lo que iba a hacer a partir de ese momento. Lo que no sabía muy bien era cómo podría comprar uno nuevo, si por Internet, acudiendo a eventos o mediante un anuncio por palabras en el periódico. Sabía que no sería fácil, pero tampoco imposible.

Tiró la colilla al suelo y la apagó con la punta del zapato, aplastándola casi deshaciéndola, luego apuró el líquido aguado que quedaba en el vaso de un trago; se colgó el bolso al hombro y salió andando con desparpajo, sobre sus tacones.

Entró en la peluquería, le pidió a la chica que le hiciera un buen corte de pelo, moderno y unas mechas rompedoras de diferentes colores; se maquillo, se hizo la manicura y se pintó las uñas de rojo pasión, extendió las manos al frente mientras veía reflejada en el espejo a la otra mujer, la nueva, le guiñó un ojo y le contestó estirando el dedo corazón y encojiendo los otros:

― ¡A tomar por culo la pena! Él no la merece, ni tu tampoco;
Mientras en la radio, sonaba la canción de Chavela Vargas ¡Ojalá que te vaya bonito!...

domingo, 12 de julio de 2009



LECTURAS:

El Mágico Aprendiz
Luis Landero
Tusquets Editores
408 páginas

El mágico aprendiz


Argumento

Un día el gris oficinista Matías Moro sale a la calle y contempla por azar un asesinato. Al oír el apellido del autor y de la víctima (son hijo y padre: Gayoso) recuerda a otro Gayoso que tuvo relación con su propio padre en la guerra. Así que haciéndose pasar por periodista entra en el edificio de la familia, un bloque pobre, poblado por inmigrantes, una antigua folklórica convertida en pitonisa y otros personajes similares. Al ver a la hija de la viuda, Martina, una adolescente, se enamora de ella, y aprovecha la excusa de que busca información sobre ese otro Gayoso para seguir visitando a la madre y a la hija. También se le ocurre la idea de montar una cooperativa para dar trabajo a la gente pobre del edificio y así seducir a la joven...

miércoles, 8 de julio de 2009

Indigencia.- Eduardo Galeano

Erase una vez...indigencia
Historias reales de la vida diaria de los indigentes en Madrid.
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« “No tienes ni idea”“¿Las reclamaciones? al maestro armero” »“Los nadies”

Poema de Eduardo Galeano

“Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir
de
pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que
llueva a
cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy,
ni
mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por
mucho
que los nadies la llamen y aunque les pique la mano izquierda, o se
levanten
con el pie derecho, o empiecen el año cambiando de escoba.
Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.
Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre,
muriendo la
vida, jodidos, rejodidos:
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la
prensa local.
Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata. ”