sábado, 30 de julio de 2011

lunes, 18 de julio de 2011

Abrazo arbolífero

Bajo ese árbol se encontraban cada tarde. No eran más que unos adolescentes que imaginaban cómo serían sus vidas. Ella quería ser  funambulista, él sería trovador. Marcaron en el tronco  sus iniciales unidas por una flecha que atravesaba un corazón.
Pasaron los años, dejaron de verse bajo el árbol. Decidieron darse un tiempo. Olvidaron sus promesas, se olvidaron de ellos mismos y del árbol que tanto le gustaba escucharlos. Pero él no los olvidó y con ese abrazo de sus ramas les recuerda  que existieron aquellos días, mientras cicatriza, el  corazón incrustado en su tronco.

lunes, 11 de julio de 2011

En la ventana


             Todas las mañanas a eso de las nueve está en el mismo sitio, mira por la ventana, espera la llegada de alguien que le hable, que le cuente cómo pasó el fin de semana, que le diga en qué día de la semana y del mes está.
Le preguntará qué necesita hoy,  mientras la ayuda a ducharse, le toma la tensión arterial y los niveles de glucosa. Ella le pedirá que vaya al super y le traiga leche y yogur, algo de fruta de temporada ( cerezas, sandía y melocotones). Que cuando vuelva limpie un poco la cocina y el baño y le cambie las sábanas a la cama y si le da tiempo le dé un “fregaillo” a la casa. Ella le ayudará en lo que sus  piernas le permitan, limpiará el polvo y colocará todo justo en el mismo sitio, pasará el trapo con mucho cariño sobre el portarretratos de sus hijos, que apenas tienen tiempo de visitarla.
 Repasarán el estado del pastillero y si falta algún medicamento, si necesita llegarse a la farmacia a recoger los pañales. También  prepararán la comida, una sopa del puchero,  una bersa, o una ensaladilla malagueña y de postre para la cena: natillas o arroz con leche.
Hablaran  mientras van haciendo las tareas, hasta que llegue la hora de que se tenga que marchar hasta el día siguiente. Y ella se quedará allí dentro, en su casa, un segundo piso sin ascensor que ya no le permite salir, deambulará por las habitaciones arrastrando sus recuerdos,  se sentará en su sillón, mirará la tele que ya casi no ve ni escucha. Vivirá como suyas las penas de la protagonista de la telenovela,  verá a Juan y Medio y el Diario de Patricia si aún lo emiten y se sorprenderá con lo que la gente es capaz de decir y hacer cuando van a la tele.
A la mañana siguiente volverá a asomarse a esa misma ventana, y mirará a la gente que pasa por la calle apresurada, sabiendo que pronto,  por unas horas dejará de estar sola.

(A mis compañeras y compañeros del curso de "Atención sociosanitaria a personas en  el domicilio"  y a nuestras profesoras, para que pronto tengamos trabajo y alguna abuela nos espere  con las mismas ganas que ésta espera a su axiliar)