martes, 7 de septiembre de 2010

La tortuga de Atocha II


Que no, que no puede ser, se dijo. Que con quejarse y compadecerse a sí misma no conseguiría nada, sólo hundirse en esa laguna sin fondo. Así que decidió empacar su soledad y dejarla a un lado, e irse a un lugar dónde hubiera muchas tortugas. No conocía a ninguna, pero le daba igual. Escucharía sus conversaciones, imaginaría sus vidas, hablaría con ellas. Al fin podría abandonar su vida monótona y solitaria. Tal vez funcione, pensó.



4 comentarios:

  1. Todos mis mejores deseos para que así sea :D


    ¡Mmmmuá!

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  2. NO conocía a ninguna, pero daba igual, lo importante es iniciar el camino, la voluntad de caminar y disfrutar de lo que ese viaje nos quiera regalar.
    ¿Necesitas algo más que los ojos para ver la belleza de una flor en el borde del camino?

    Besos

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  3. Coincido plenamente contigo, hay que proponerse el inicio de algo distinto :)
    Me sumo contigo y que salga lo mejor
    Un abrazote enorme para ti

    Besitos

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  4. Siberiana, gracias por pasar.

    Ely, es verdad a veces sólo hace falta mirar y ver qué tienes alrededor.

    Mili, siempre es bueno avanzar, y arriesgarse aunque cueste!!

    Abrazos apretujaos

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