lunes, 11 de julio de 2011

En la ventana


             Todas las mañanas a eso de las nueve está en el mismo sitio, mira por la ventana, espera la llegada de alguien que le hable, que le cuente cómo pasó el fin de semana, que le diga en qué día de la semana y del mes está.
Le preguntará qué necesita hoy,  mientras la ayuda a ducharse, le toma la tensión arterial y los niveles de glucosa. Ella le pedirá que vaya al super y le traiga leche y yogur, algo de fruta de temporada ( cerezas, sandía y melocotones). Que cuando vuelva limpie un poco la cocina y el baño y le cambie las sábanas a la cama y si le da tiempo le dé un “fregaillo” a la casa. Ella le ayudará en lo que sus  piernas le permitan, limpiará el polvo y colocará todo justo en el mismo sitio, pasará el trapo con mucho cariño sobre el portarretratos de sus hijos, que apenas tienen tiempo de visitarla.
 Repasarán el estado del pastillero y si falta algún medicamento, si necesita llegarse a la farmacia a recoger los pañales. También  prepararán la comida, una sopa del puchero,  una bersa, o una ensaladilla malagueña y de postre para la cena: natillas o arroz con leche.
Hablaran  mientras van haciendo las tareas, hasta que llegue la hora de que se tenga que marchar hasta el día siguiente. Y ella se quedará allí dentro, en su casa, un segundo piso sin ascensor que ya no le permite salir, deambulará por las habitaciones arrastrando sus recuerdos,  se sentará en su sillón, mirará la tele que ya casi no ve ni escucha. Vivirá como suyas las penas de la protagonista de la telenovela,  verá a Juan y Medio y el Diario de Patricia si aún lo emiten y se sorprenderá con lo que la gente es capaz de decir y hacer cuando van a la tele.
A la mañana siguiente volverá a asomarse a esa misma ventana, y mirará a la gente que pasa por la calle apresurada, sabiendo que pronto,  por unas horas dejará de estar sola.

(A mis compañeras y compañeros del curso de "Atención sociosanitaria a personas en  el domicilio"  y a nuestras profesoras, para que pronto tengamos trabajo y alguna abuela nos espere  con las mismas ganas que ésta espera a su axiliar)

13 comentarios:

  1. Precioso y emotivo lo que cuentas. Triste también, pero así es la vida, ¿verdad? Lo más bonito de todo que existan personas que hagan de la ayuda a los demás no sólo su trabajo (estos trabajos sólo pueden hacerse por vocación, por amor a los demás), sino su vida. Que pena que no encontremos tiempo para nuestros mayores, para hablarles y sobre todo escucharles... cuántas cosas podríamos aprender de ellos, cuanto podrían mejorar sus vidas si les prestásemos algunas horas de nuestro tiempo.
    Desde Córdoba, haciéndome mayor.

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  2. Precioso y conmovedor, Loli.

    Saludos.

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  3. Precioso, Loli. Por un lado como dice Ariza, triste, por otro menos mal que existen personas que comparte ese tiempo con ellas debido a su trabajo.
    Ojala que pronto se cumpla tu deseo.

    Besos a puñaos

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  4. Que se cumpla tu deseo, Loli, abrazo enorme desde Buenos Aires.

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  5. No digo nada nuevo, es una historia triste pero con un trasfondo de belleza y generosidad. Aunque lo triste es que en nuestro presente los ancianos queden relegados a un tierna carga a la que mantener hasta que la muerte decida cumplir con su natural tarea.

    Y es una lástima, porque son seres llenos de tesoros.

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  6. Es lo que hay en el mundo actual. Hemos creado una sociedad en la que subcontratamos el cuidado de nuestros padres, esos seres que no hacen más que molestar, salvo claro, que se queden al cuidado y alimentación de los hijos. Aparte de la podredumbre humana, felicitaciones a esos ángeles custodios que se encargan de ellos, sobre todos los voluntarios.
    De la foto me encantan dos cosas: Ese mirar al mundo desde la ventana y las cuerdas de la ropa que como un cordón umbilical a ningún sitio no dejan de ser una metáfora de la situación de los ancianos, por lo tanto de tu relato. ¿O son los hilos de las marionetas?
    Besos, Loli,

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  7. ¡Que desgarradoramente real, Loli!
    ¡Que duro y que tierno!
    ¿Qué han hecho mal nuestros mayores para recoger esta cosecha de desamor; bien pretextado, pero desamor al fin y al cabo?
    Si nosoros somos los hijos de hoy que subcontratamos -o reclamamos subvencionadas- nuestras responsabilidades, ¿Qué nos espera como abuelos, mañama?
    Suerte a ti y a todas las almas que te acompañan en el proposito de poder vivir dedicadas a (y del) cuidado de quienes lo necesitan.
    Un beso.

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  8. ME HA ENCANTADO LOLI SOLO QUIERO DECIRTE QUE CUANDO TERMINE EL CURSO SIGAMOS VIENDONOS PA TOMAR ALGO AUNQUE SEA QUE CREO QUE ERES UNA GRAN PERSONA Y QUE NO CAMBIES NUNCA. UN BESO WAPA.DE TU COMPI RAQUEL

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  9. Arthur Bastenjulio 14, 2011

    Muerde vieo. La mayoría de vosotros ya están guarníos
    y la tía que escribe aquí es como un guiri y con tamaños piños.
    El seño guarde que ella cuide cuando se me valla la olla...
    Me piro a ponerme tieso o a ver unas warrillas

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  10. Que todos los seres que lleguen a esa edad sean valorados como se merecen.
    Sobre todo por las generaciones más nuevas.


    Mucha luz para ti, Loli.

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  11. Hola Loli, estupenda entrada, yo he trabajado con ancianos durante unos años, comprendo lo que dices porque lo he vivido, y te dire .... que nada hay más hermoso que te llene que dar compañia y atención a ellos, Un enorme beso querida paisana, buen fin de semana

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  12. Me llega demasiado éste texto, en un momento en el que tengo que decidir si me voy o me quedo, si soy esa persona que ayuda y rellena horas o si le cedo el puesto a una extraña y me voy a vivir mi vida.

    Hacerse mayor es una mierda, la verdad.

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  13. Alguien conocidojulio 15, 2011

    Gracias por tu dedicatoria,soy muy afortunada al tenerte de compañera,y mas afortunados seran quienes vayas a cuidar .Porque llega al corazon lo que has escrito muchas felicidades.Un beso de alguien conocido que no quiere hacerse mayor

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